Cuando una mujer respondió a una llamada sobre un cachorro al borde de la hipotermia, no tenía idea de lo que se iba a encontrar.
Un hombre con una piedra por corazón había arrojado al pobrecito peludo dentro de una caja de cartón cubierta de nieve hasta congelarla.
Un cachorrito con hipotermia luchaba por su vida en las heladas temperaturas.
Tamara estaba desconsolada al ver cómo una criatura tan pequeña y vulnerable podía resultar herida. Si ella no había respondido a la llamada de ayuda, era solo cuestión de horas antes de que el pequeño dejara este mundo cruel.
Sin dudarlo ni un segundo, tomó al bebé en sus brazos y con cuidado lo llevó a una clínica veterinaria.
El estado del cachorro era extremadamente grave, su temperatura corporal era tan baja que el veterinario ni siquiera podía detectarlo, respiraba muy débilmente y apenas se movía.
Como estaba extremadamente deshidratado, su cuerpecito se veía tan frágil y no tenía presión, lamentablemente no pudieron hacerle ninguna otra prueba para evaluar su estado real.
Tamara es voluntaria del grupo de rescate Dublin Shelter. Estos héroes acogieron al niño y, a partir de ese momento, hicieron todo lo posible para que el cachorro desafiara al destino y salvara su vida.
Lo llamaron José porque el pobre muchacho necesitaba un milagro para seguir adelante.
En la clínica procedieron a colocarlo sobre una almohadilla térmica para que recuperara su temperatura corporal ideal.
Aunque esta parecía una buena opción, lamentablemente todo se empezó a complicar por el simple hecho de que su respiración se hacía cada vez más débil.
El pequeño José necesitaba recibir una transfusión de sangre. Tendría que pasar varios días en el hospital mientras los veterinarios esperaban a que ocurriera un milagro, pero la fe y la esperanza eran lo último que se iba y nunca dejarían de luchar.
Después de unos días de esto, comenzó a mejorar increíblemente.
Descubrieron que su principal problema no solo era que había llegado en estado de hipotermia, sino que también estaba infestado de parásitos por dentro, que se lo estaban comiendo. Esto le estaba causando mucha diarrea, vómitos, fiebre y debilidad general.
Así que procedieron a una desparasitación inmediata, y José, a pesar de su pequeño tamaño y delicado estado, no parecía querer rendirse en absoluto, aferrándose a la vida desde el primer segundo que llegó a la clínica.
Al día siguiente, el cachorro comenzó a dar señales de vida, lo cual fue alentador y esperanzador para todos.
Aunque todavía tenía dolor y necesitaba medicación intravenosa, lo que podía ser muy incómodo para él, todos los veterinarios hicieron todo lo posible para que José se sintiera seguro y con el menor dolor posible.
Gracias al desinterés de sus héroes, quienes no escatimaron esfuerzos para asegurar su recuperación, y sobre todo gracias al profundo amor con el que lo trataron, rápidamente anunciaron en sus redes que José se recuperaba maravillosamente.
Es solo cuestión de tiempo que el cachorro, a quien un hombre despiadado quería reservarle el peor destino, se transforme por completo y reciba por fin el tierno amor que siempre ha merecido.